viernes, 6 de noviembre de 2015

¿Por qué creen que los ateos son malos? Un tipo particular de discriminación religiosa



¿Sabías qué existe la discriminación en contra de los no religiosos? Sí, lo sé; es un dato que tal vez desconcierte a muchos porque no estamos acostumbrados a hablar sobre el tema. Pero por increíble que pueda parecer, el 49% de los estadounidenses desaprobaría el matrimonio de alguno de sus hijos con una persona que no cree en ningún dios (en contraste con el 11% que desaprobaría el matrimonio de sus descendientes directos si fuese con alguien de otra “raza”)[1] y el 40% de los gringos no votaría por una persona atea aun cuando estuviera perfectamente capacitada para ejercer el cargo, mientras que el 38% no votaría por un musulmán[2]. Ahora bien, me hace feliz ver que la desaprobación del matrimonio de personas con pieles de distintos colores ha disminuido y ojalá la discriminación en contra de los musulmanes continúe a la baja; pero es preocupante percatarse de los prejuicios negativos en contra de las personas que negamos la existencia de algún dios o ser sobrenatural. 


            Decidí escribir esta entrada porque el combate a todo tipo de discriminación debe empezar por señalar su existencia. El fenómeno no es nuevo, tiene raíces muy profundas en la historia del mundo (no olvidemos que una de las razones por las que la justicia ateniense condenó a la muerte a Sócrates fue la acusación –falsa- de que el filósofo negaba la existencia de los dioses) y en los últimos años ha habido una toma de conciencia al respecto, lo suficientemente amplia como para que hoy exista una entrada específica sobre ello en la Wikipedia[3]; pero aún falta mucho por hacer. Mi objetivo pues es explicar a todas las personas interesadas, en especial si son religiosas, en qué cosas creen los no religiosos, no deseo entonces aquí convencer a nadie sobre ningún tema de materia religiosa; solo aclarar que la discriminación contra nosotros, los no religiosos, es un hecho que hay que combatir. 

Fuente: International Humanist Ethical Union  http://freethoughtreport.com/download-the-report/
            Generalmente se usa la palabra “ateo” para referirse a las personas que no creen en ningún dios. La palabra en sí es antigua y en realidad se usó durante mucho tiempo como un insulto para referirse a las personas que no compartían la religión del que insultaba. Así, por ejemplo, encontramos en el siglo XVI a obispos católicos llamando ateos a personajes claramente religiosos como Lutero o Calvino. No obstante a partir de la Reforma protestante el significado de la palabra “ateo” empezó a mutar estrepitosamente. 


            En el siglo XVII se dio el primer gran auge de movimientos seculares heterodoxos en Europa, aunque por supuesto sus voceros sufrieron distintos grados de persecución. Por ejemplo, al filósofo Baruch Espinoza (1632-1677), que nació en el seno de una familia judía, lo intentó sobornar su comunidad para que ocultase sus dudas religiosas; cuando él se negó a mentir, lo intentaron asesinar; cuando falló el intento por asesinarle, Spinoza decidió huir de su ciudad natal y dedicarse a reparar lentes y escribir libros de filosofía. Spinoza no fue lo que llamaríamos hoy en día un ateo, pero sostenía que Dios no era otra cosa sino La Naturaleza. Tal dios no era un ser al que valiera la pena rezarle, pero él entendía que todo en la existencia, incluida nuestra propia vida, era parte integral del todo natural y concluía que el todo y la naturaleza eran una misma cosa. Durante más de doscientos años muchos cristianos usaron los vocablos “spinozista” y “ateo” como sinónimos. 


            La heterodoxia fue ganando adeptos con el tiempo y en el siglo XVIII surgió un grupo de pensadores que, inspirados en los éxitos recientes de la física newtoniana, creían que el universo funcionaba como si se tratase de una enorme máquina. Una máquina, creían estas personas, necesitaba un creador. Pero ese creador debería de ser lo suficientemente sabio e inteligente como para poder construir un mecanismo que nunca necesitara afinación, ni reparación, ni ningún otro tipo de intervención. Estas personas se reconocieron a sí mismas como “deístas” porque creían que existía un ser superior que había planeado y creado el universo, pero consideraban que tal ser no intervenía nunca en los asuntos del mundo. El dios de los deístas se convirtió pues en un ser a quien no tenía sentido rezar, ni adorar y solamente se le podría conocer estudiando las ciencias. Para ellos, ni la Biblia, ni los sacerdotes tenían nada que decir sobre aquel mecánico universal. A este grupo de personas pertenecieron los enciclopedistas franceses dentro de los cuales destacó por su popularidad Voltaire. Los deístas pues no niegan la existencia de un ser sobrenatural, pero tampoco ven mucho caso en la existencia de religiones. 


            Hoy en día se reconoce como ateos a las personas que ven muy poco probable, o que niegan por completo, la existencia de algún dios, diosa o conjunto de creaturas sobrenaturales. Esta manera de pensar cobró auge en los grupos escépticos y positivistas del siglo XIX. De hecho, fue a principios de tal siglo cuando Napoleón Bonaparte preguntó al físico Pierre-Simon Laplace por qué no había incluido al dios cristiano en su sistema del mundo. Laplace le contestó muy claramente “porque no he necesitado de tal hipótesis”. Una anécdota que ha quedado grabada en los registros de la historia. 


            El vocablo “ateo” pues ha estado históricamente cargado de un sentido negativo. Por eso no sorprende que hoy en día muchas personas que no creen en ningún dios o dioses prefieran autodenominarse agnósticas, humanistas seculares o librepensadoras. Sea como sea que decidamos llamarles, todas estas personas son gente no religiosa; pero es necesario saber que no todos los no religiosos son ateos. En efecto, muchos no religiosos pueden ser deístas, místicos o practicantes de las creencias del New Age, quienes en muchos sentidos son los modernos panteístas. 


Lo que distingue a los agnósticos, humanistas, seculares o librepensadores (en adelante sólo ateos) de aquellas otras personas no religiosas es que nosotros no sólo negamos la existencia de cualquier tipo de dioses o diosas sino que también negamos que exista cualquier otro tipo de seres no-materiales y energías místicas. De cualquier manera, compartimos su falta de religión. Una encuesta del 2014 reveló que el 13% de la población mundial se considera a sí misma atea y el 23% no religiosa pero mística. Lo que quiere decir que los no religiosos representamos un 36% de la población mundial, aproximadamente, y nuestros números van en aumento[4]


            Ahora bien, muchos religiosos piensan que los ateos negamos solamente al dios que ellos personalmente adoran. Esta es por lo demás una visión errada, puesto que los ateos no negamos solamente la existencia del dios cristiano, sino también la del dios musulmán, la de los dioses griegos, la de los dioses mayas, la de los dioses purépechas, la de los dioses egipcios, etc. De hecho en este sentido no hay mucha diferencia entre un ateo y un cristiano, ambos niegan la existencia de la gran mayoría de los dioses en que han creído las sociedades humanas, el ateo solamente está un paso más allá. Los ateos suponen que los religiosos creen en ciertos dioses y no en otros porque es lo que han aprendido en la cultura donde crecieron. 


            La situación es un tanto distinta cuando se discute sobre la existencia del dios mecánico y no personal de los deístas como Voltaire ¿Podemos negar con absoluta seguridad que no existió un mecánico que diseñó el universo? El deísta suele argumentar que una cosa tan complicada como un universo no pudo haber salido de la nada y que tampoco pudo haber existido eternamente, por lo que es necesario que alguien lo diseñe. El ateo entiende la preocupación del deísta, pero le explica que al invocar a un ser complejo para explicar la existencia de un ente complejo como el universo no ha respondido verdaderamente la pregunta, puesto que ahora tendrá que explicar de dónde rayos salió el mecánico en primer lugar. Si salió de la nada ¿Entonces por qué no podemos decir que el universo salió de la nada? Si siempre ha existido ¿Entonces porque no podemos decir que el universo siempre ha existido, yendo y viniendo en distintos ciclos cósmicos? Así podemos clasificar a los deístas y ateos en una tabla según la seguridad de sus convicciones[5]; yo personalmente caigo entre la categoría 4 y 5. 

La enorme mayoría de los ateos estamos a favor de la libertad religiosa, por lo que no estamos en contra de que las demás personas practiquen las religiones que quieran. Pero nos interesa luchar por mantener un estado laico pues no deseamos que los grupos religiosos impongan al resto de la sociedad sus ideas sobre cómo debe de ser la familia, por ejemplo, o que eviten la enseñanza en las escuelas seculares de hechos científicos bien demostradas como la evolución. En este sentido creemos que la discusión de las ideas religiosas por medio del diálogo es un elemento importante de cualquier democracia moderna.





Aunque las estadísticas que se presentan al principio de este capítulo versan sobre Estados Unidos[6], no quiero dar a entender que en México a los ateos nos va de maravilla. Es cierto que la constitución de nuestro país reconoce la libertad religiosa y que ha firmado numerosos tratados que lo comprometen a respetar y a hacer respetar los Derechos Humanos. Esto es un alivio puesto que el artículo 18 de tal declaración establece la libertad religiosa y de pensamiento, y el comentario a tal artículo sostiene que “protege las creencias teístas, no teístas y ateas, así como el derecho a no profesar ninguna religión”. 


Con esto quiero explicar que el problema no está en las leyes, sino en el comportamiento de la mayoría de los mexicanos hacia los no creyentes. Una vez acompañé a mi abuela a una misa católica y el padre dijo que los ateos no eran seres humanos ¿Cómo se supone que deba yo reaccionar a eso? Me quedé callado, hoy creo que por lo menos debí haberme salido de allí. En muchas situaciones sociales es incómodo decirle a la gente que uno no comparte las creencias religiosas de la mayoría y en otras este hecho puede afectar la carrera de uno. Un amigo muy cercano me comentaba que tenía miedo de publicar un artículo del filósofo Peter Singer sobre la moral secular en su Facebook por miedo a que fuera a ocasionarle conflictos con sus jefes. Esto no tendría que ser así, él es una persona muy honesta, recta y trabajadora. Pese a ello nuestra situación no es tan mala como la de otros, al menos los dos somos personas que vivimos en comunidades grandes y relativamente abiertas. 


No puedo ni imaginar el estrés que un no creyente debe de tener al vivir en un pueblo o una comunidad cerrada en donde la iglesia es el centro de la actividad social. Si en Chiapas hay comunidades de protestantes y católicos que se matan por tener creencias religiosas apenas distintas, los escépticos de aquellas poblaciones posiblemente prefieran cerrar la boca o huir. Varios estudios han demostrado que las personas ateas son más felices cuando pueden dejar de ocultar sus verdaderas creencias[7]

 Un ejemplo de discriminación contra una chica atea en Ecuador

Una de las principales causas de esta discriminación es que la mayoría de la gente religiosa simplemente asume que uno tiene que ser una persona mala por el simple y sencillo hecho de que no cree que algún ser sobrenatural creó el universo. Esto es un completo error. Los ateos somos librepensadores y es cierto que no tenemos que creer en algún conjunto de normas morales en específico, pero la mayoría de nosotros creemos en algún tipo de moral laica. No entraré aquí en la descripción de todos los sistemas morales laicos, pero puedo presentarles una serie de personajes ateos y moralmente rectos para que los googleén si tienen interés. Ah, y una cosa más, aseverar que los ateos buenos mienten y en realidad si creen en dios es otra forma de discriminación. No creemos en dios y somos buenos. Pese a quien le pese. 


Regresando a los sistemas morales, rápidamente me vienen a la mente los utilitaristas cuyo precepto máximo es lograr la mayor cantidad de felicidad para la mayor cantidad de personas; uno de los más reconocidos fue el británico John Stuart Mill, pero el utilitarista vivo más famoso es precisamente Peter Singer. También sería difícil sostener que otro filósofo ateo como Karl Marx no tuvo un sistema ético, todo lo contrario el problema de él y de varios de sus seguidores fue que defendieron su moralidad de una manera casi fanática. En el siglo XX nos topamos con grandes promotores de la Paz y ateos como Bertrand Russell o Jean Paul Sartre, filósofos estoicos ateos como Massimo Pigliucci o algunos otros personajes con sistemas morales un poco más eclécticos pero igualmente laicos como los de Richard Dawkins, Carl Sagan, Stephen Jay Gould o mujeres como Julia Galef y Daisy Grewal. Es muy cierto que todas estas personas han propuestos sistemas de creencias basados en principios distintos, pero en muchos sentidos se solapan unos y otros. De cualquier manera, sería imposible negar el hecho de que todos ellos se han preocupado por los demás seres humanos, y se han esforzado por hacer que el mundo que dejen el día que mueran sea un lugar mejor que aquel que los recibió cuando nacieron.  




[2] Six in 10 Americans would say yes to a Muslim president. http://www.gallup.com/opinion/polling-matters/185813/six-americans-say-yes-muslim-president.aspx
[3] Discriminación contra los ateos https://es.wikipedia.org/wiki/Discriminaci%C3%B3n_contra_los_ateos#Am.C3.A9rica_Latina
[4] Freedom Report, 2014. A Global Report on the Rights, Legal Status and Discrimination Against Humanist, Atheist and the Non-religious https://drive.google.com/file/d/0B3gXFZt5sXX1aDJLblBMbjBxd0E/view
[5] La tabla es una modificación de la que fue hecha por primera vez por Richard Dawkins.
[6] In God we Must http://www.slate.com/articles/life/ft/2012/02/atheism_in_america_why_won_t_the_u_s_accept_its_atheists_.html
[7] On the Receiving End: Discrimination toward the Non-Religious in the United States http://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/13537903.2012.642741

1 comentario:

  1. ¡¡¡Muy interesantes reflexiones!!! Yo matizaría un poco la afirmación de que los ateos somos buenos. Propondría mejor pensar que los ateos, al igual que los religiosos, podemos ser congruentes con respecto a los principios morales que hemos elegido, tal como lo señalas en los ejemplos de Stuart Mill, Sartre o Piggliuci… Sin embargo, ser congruente es el primer gran esfuerzo pero ser crítico es el segundo. Debemos considerar que la bondad o la maldad no son propiedades intrínsecas o dadas en las cosas, acciones o personas sino que dependen de lo que nosotros pensemos como mejor para el mundo, pero en tanto humanos nuestros deseos pueden ser sesgados o mal informados.

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